llena de desolación,
unas nubes negras se colaron por las ventanas
de mi habitación
un libro de recuerdos muertos me trajeron
para que hoy
de una buena vez aprenda a morir
como he de hacerlo
completamente solo
Ha entrado al infierno el condenado, y en la entrada, el aviso de Dante faltante de algunas letras: “quien entre en este lugar debe dejar todas sus esperanzas”. Su figura anda penitente arrastrando las cadenas pesadas haciendo ruidos metálicos que se pierden donde termina el angosto sendero de luz, por donde es escoltado por el ser celeste. De gala él, como si fuese a un festín, camina hacia su habitación acompañado de un coro de voces que desde las sombras lo aclaman y le advierten en forma de saludo “Bienvenu à l’enfer”.
Es arrojado el condenado a la jaula de pájaro. Allí, plumas salen disparadas de su cuerpo y las voces se disipan al retumbar de las sonatas de las penas silenciosas. La oscuridad y la luz tenue de la noche se mesclan a lo largo, como se juntan los sentimientos enemigos en el infinito. Sentirse cubierto de soledad ha fraccionado su corazón en pedazos, como pétalos en una rosa. Espera, pues, con los ojos envidriecidos y con temor en el alma, que la puerta se abra, que se le indulte del injusto castigo que lo mantiene prisionero en aquel gélido infierno.
Versión en Inglés: http://xndrblog.blogspot.com/2010/06/in-hell.html