sábado, 2 de enero de 2010

Celeste

Fuerte y estrepitosa cae la lluvia, y se lleva con ella todas mis penas y mis amarguras. Aún de madrugada, las calles albergan a otros noctámbulos, que entran y salen de las sombras. Por mi lado, yo voy caminando maravillado del espectáculo…. ¡CELESTE!

¡Sí, es celeste! ¡Todo alrededor, dentro y fuera de mí! ¡Qué acto más extraordinario ver encelestearse el negro cielo al compas del tintinear de las gotas de lluvias! Es todo una obra de arte de las que te llevan al borde de tus emociones y que hacen a las lágrimas dudar si salir o entrar.

Es el día perfecto y no estoy ausente como otras veces, ¡estoy aquí caminado entre riachuelos de lluvia fresca y purificadora, con los zapatos empapados, y el cabello todo mojado y alborotado! Se siente celeste el aire también y llena mis pulmones de una paz infinita.

Las notas de lluvias han creado una canción que las aves han comenzado a cantar. ¡Es música celestial! Vuelan de un lado a otro como estrellas fugaces haciendo un armonioso desfile sin dejar de cantar y cantar.

Celeste: el canto, el manto sobre mí, y el gusano que detesté por su verde espantoso. Ahora es celeste como yo, es como yo, es yo. Sigo mi camino empapado bailando bajo la lluvia, como la melodía que las aves parecen cantar, y mis pensamientos se hacen irreales, vivos y fugaces, uno tras otro.

Ahora todo entiendo, ahora mismo soy otro. ¡Soy todo alrededor!. Celeste calma y tranquilidad, despertar de la realidad a un sueño mágico y refrescante pero… momentáneo. Vi pues palidecer el cielo a un color mortuorio, y del aquel celeste ya casi no había rastro. Tenía frio y asco a punto de querer cercenarme el brazo. Y ya no hay danzas ni melodías, sólo ruidos en los ruidos. Los pensamientos se detuvieron y … ya no quiero escribir más…

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